Saturday, June 17, 2006

Memoria de mis putas tristes (Plagiando a Gabo)


“Nos vamos de aquí”. Lucha tiene 48 años y vende caramelos y cigarrillos en la calle Los Andes, en Independencia. La proliferación de negocios con luces de neón alrededor del Mega Plaza, han espantado a los parroquianos que normalmente cortejaban a las prostitutas que se ubicaban, en esa entonces, desolada calle. “Ya no hay ventas ni clientes. Quién va a venir a echarse una ‘canita al aire’ con tantos avisos luminosos y con tanta gente que camina apurada. No, es difícil seguir así. La mayoría de chicas se marcharon a otros lugares más solapas, y las pocas que quedan se resisten a mudarse porque han hecho buena ‘amistad’ con los propietarios de los hostales y si se van, pues esos locales cierran y hay mucha pena”, prosigue Lucha.
La calle Los Andes está ubicada entre el Mega Plaza y el Royal Plaza. Pertenece a la urbanización Industrial Panamericana Norte, que años atrás solo contaba con un negocio de venta de muebles, que a más tardar cerraba a las 6 de la tarde. Luego, el silencio y la poca luminosidad de la zona, se convertían en lugar perfecto para que las damas de la noche realicen su trabajo sin mayores sobresaltos. Lucha nos ausculta con desconfianza. “¿Usted es periodista, joven?” No, le respondo. “Ah ya, porque no me gustan los sapos, así tengan cartón universitario, usted disculpe la ‘tuteada’ joven. ¿Otro cigarrito?”.
Lucha tiene 4 hijos, un esposo alcohólico y fuertes dolores de espalda. Su día empieza a las 4.30 de la mañana, hora en que se dirige a la panadería El Buen Trigal, en Payet. Allí recoge tres bolsas de yute repletas de pan para repartirlas en diversas tiendas, haciendo un recorrido de 2 kilómetros diariamente. Luego hay que regresar a casa y preparar el desayuno. Tres de sus hijos van al colegio. Su esposo, (si a eso se le puede llamar así, nos confiesa), bebe alcohol todos los días desde hace 5 años y no se quiere ir de la casa. “El desgraciado sabe que en otro lado nadie le dará un plato de comida, pero aún así no para de molestar en casa. ¿Joven, desea una barra de halls?”.
Dos calles conforman Los Andes. La mayoría de establecimientos son hostales de mala muerte. Algunos ya cerraron porque la modernidad y el gentío que atraen los grandes centros comerciales ubicados a su alrededor, le han espantado la clientela y por consiguiente a las prostitutas. Otros propietarios están a punto de colapsar y algunos empiezan a cambiar de giro. Lucha sigue en su lucha. “Por mí que el Mega Plaza se vaya a otro lado. Antes de que lo construyeran, yo me ganaba mis buenos reales vendiendo mis galletas, chicles, cigarrillos, incluso hasta preservativos ofrecía. Sin embargo, ahora casi no vendo nada, pero ya me acostumbré a venir todas las noches, porque además aquí tengo mis mejores amigas. ¿Una galletita, joven?”. “El colmo, nos dice Lucha, ahora tenemos a la Reniec de vecino. Ya empezaron las largas colas, hasta hay gente que se amanece guardando sitio. Esto no tiene remedio, hasta de madrugada hay gente en el ‘barrio’. Joven me sobró un sanguchito”.
Hace frío y me quiero ir a casa. ¿Y qué pasa si ellas (prostitutas) se van?, le preguntó . “Pues que más queda joven, yo me voy con ellas”.

3 Comments:

Anonymous Anonymous said...

Chequeando el blog de un amigo, descubrí el tuyo, cuyo nombre me llamo la atención.

He leido un par de crónicas -como esta-, y sinceramente, las estoy disfrutando.

Saludos

ntv

12:56 PM  
Blogger Bethuel Alvarado Malpica said...

Gracias por tu comentario NTV, por estos días estoy buscando nuevos temas para poder postearlos y ojalá sean de tu agrado. Uno es muy largo y es acerca de un equipo de fútbol amateur que en mi opinión es muy singular. Y la otra es una historia que me la contaron acerca de unas meretrices lisiadas. Están en proceso. Te cuidas y hasta pronto.

5:43 PM  
Anonymous Anonymous said...

muy bueno tu relato bethuel espero mas historias tuyas

11:37 AM  

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