Wednesday, August 13, 2008

Odio visceral


Lo acuchillaron tantas veces que se hubieran necesitado cerca de dos mil puntos para suturar los tajos que iban del ombligo a la garganta. Lo mataron con ahínco, con furor desesperado de aquellos que solo odian con pasión.

10 a.m.
Comas. Jirón Los Rosales cuadra dos.
Los gritos de doña Graciela Herrera subían por la escalera y retumbaban en el cuarto de Hilda: "Despierta carajo, ya es hora". La noche anterior la hija de Graciela había departido de una reunión en casa de unas amigas. Tres de la mañana era una hora poco apropiada para llegar a casa por lo peligroso que resulta acceder hasta esa zona.
Cuando Hilda asomó por la ventana de su cuarto, no supo por qué inexplicable circunstancia la brisa de esa media mañana la transportó hasta el día en que su madre, oronda y risueña le enseñaba las manos con las que sujetaba las vísceras de Boby, su conejo.
Ni bien abrió el negocio de internet que tiene en el primer piso de su casa, Cocol, un pandillero de la zona y ex convicto, ingresó raudo y se depositó en la última cabina. "Dame (tiempo) libre", le dijo. Ahora que converso con ella, Hilda precisa un detalle de aquel día: "Cocol traía un vaho distinto, olía a flores. Estaba asustado, podría decirte que tenía los ojos de mi conejo destripado".
A este pandillero lo buscaban tres hermanos: el 'Chino', 'Loco' y 'Puchito', éste último tiene poco más de 14 años. Lo buscaban para saldar una reciente deuda. De las muchas versiones que se manejaban era una la que tomaba más fuerza: en la repartición de un robo, lo único que se llevó Puchito fue una golpiza de Cocol.
El día parecía tranquilo y Cocol decide dejar el internet de Hilda. No camina más de diez pasos y se sienta frente a una carretilla de sánguches y alitas broster. Pide una y se sienta en la vereda. Craso error. De espaldas era una víctima potencial. Quizá pensó que el tema no daba para tanto y unas disculpas y el pago “atrasado”, podía solucionar el impasse. Nada de eso.
Mientras esperaba la vianda, se entretenía viendo a unos niños jugar a los trompos. Dos de ellos empezaron a pelear y Cocol, como nunca lo hizo antes, trató de apaciguarlos.
Lo de mediador pacifista le duró algunos segundos, no tuvo tiempo de reaccionar pues Puchito apareció y se abalanzó sobre su espalda. El 'Chino' y 'Loco' corriendo desde una calle adyacente, se unían a la gresca, que más que eso parecía una masacre. La sangre fluía copiosamente del cuello de Cocol, Puchito le había asestado dos cortes profundos a la altura de la yugular. El mayor de los hermanos, el 'Chino', sacó de entre sus ropas, un enorme y oxidado cuchillo y empezó a destazarlo ante la mirada atónita de los parroquianos de la zona. "Ese chico estaba endemoniado, parecía que destazaba un cerdo y no a un ser humano", recuerda María, la vendedora de alitas.
El 'Loco' tuvo que esforzarse y mucho para sacar a su hermano mayor de encima de Cocol. Cuando lo logró arremetió con furor contra el cuerpo ya inerte de éste. Luego, los tres acuchillaban a la vez. Al mediodía y con más de 30 personas como espectadores nadie intentó parar la masacre. La policía llegó junto a la prensa, cinco horas después.
Fueron siete minutos de agujerear un cuerpo ya sin vida. Una sangre negra y maloliente dibujaba la silueta de Cocol. Expuestas las vísceras, Puchito tuvo la insana idea de pisarlas y echarles tierra. Cansados y exhaustos, ‘Chino’, ‘Loco’ y ‘Puchito’ se fueron rápidos, contentos y orgullosos de su venganza, perdiéndose entre las calles que acceden a los cerros aledaños.
El parte policial indicaba en sus líneas, "...asesinato de un joven de aproximadamente 26 años de edad, que responde al apelativo de Cocol, presunto sujeto de malvivir. Motivo: riña callejera...".
Lo paradójico de todo esto es la opinión generalizada de los vecinos de Los Rosales: “Ojalá, se sigan matando entre ellos, solo son gallinazos, gallinazos sin plumas”.

5 Comments:

Anonymous Anonymous said...

bacan tu relato, mismo cuento. q bravo debe ser vivir alla...

8:07 PM  
Blogger G.F (se pronuncia "jefe") said...

Muchas vecs la realidad supera la ficcion....

9:30 AM  
Blogger Miguel Rodríguez said...

Bien redactado. Vibrante y violento.


Me sentí un espectador.


Saludos!

6:38 PM  
Anonymous Anonymous said...

Perros me dejaste atónita, que horrible que ocurrar estas cosas. ... Más sin embargo me gusto tu relato. Como dicen en esta "Quien a hierro mata no puede morir a sombrerazos". ...

Saludos,
Charo.

12:35 PM  
Anonymous Rafael said...

Hola hermano. ¡Felicitaciones! Qué buena potencia tienen tus frases y la historia en general. Eso se llama buen periodismo. Ojalá las salas de redacción tuvieran personas dispuestas a escribir bien. Como vos.

9:20 AM  

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