Tuesday, October 10, 2006

El Dueño del Mundo


Un relato tierno que habla sobre el amor de una madre por su hijo; ésta va detrás del menor componiendo todo lo que su vástago destroza a su paso. Él sufre leucemia y la quimioterapia puede salvarlo, o quizá no.

"Mamá, mamá, me voy a morir". La pregunta de Juan María hace un nudo en la garganta de Flor Natalia. Ella, se muerde los labios para no llorar. "No mi hijo, tú no te vas a morir porque los angelitos nunca mueren". La pregunta aunque repetitiva sigue causando el mismo efecto doloroso en Flor, y es que la vida a los 13 años debería ser un milagro de Dios, pero no lo es para su único hijo. Juan María tiene leucemia, enfermedad que se la detectaron cuando acudió a un chequeo de rutina. Un análisis de sangre determinó el penoso mal. Desde aquel momento la vida de Juan María cambió por completo. Los llantos de la madre y la indiscreción de su primo Toñito, le cambiaron el carácter y las ganas de vivir. "Te vas a morir Juancito, mi mamá me dijo que no te diga nada, pero tu sangre es mala, muy mala, Juancito". Juan María dejó el colegio (cursaba el segundo año de estudios secundarios), porque no tenía sentido proseguir si igual se iba a morir. Sus abuelos paternos lo cobijaron durante los primeros meses, mientras Flor conseguía un segundo trabajo como empleada en una notaria de Lima Norte. "Nada te va a pasar, mi niño, nada, yo soy un roble y tú eres igualito a mí, igualito a mí, mi'jo", le repetía el abuelo Marcos. El padre biológico (pues no hizo más que procrearlo) se hizo el desentendido (como siempre fue). La familia materna (léanse primos, tíos, padrinos, amigos más cercanos), lo llenan de amor y de sobreprotección hasta límites intolerables: "claro, mi rey, si tú eres el Dueño del Mundo", le reitera las veces que sean necesarias, su padrino Nicolás. Así nadie dijo nada cuando el cuarto de Juan María, desprendía humo. "Nunca me gustaron las matemáticas", decía éste mientras observaba arder el cuaderno de aritmética. Se cocina las comidas que el Niño desea, claro está que las vitaminas y alimentos que realmente lo nutren, son asimiladas por el menor, previo pago de varios soles. Por su parte, Toñito tuvo que desprenderse del Play Station que le compraron en la última navidad, medio en represalia de la familia por "irse de boca". Del calendario que cuelga en la puerta de la cocina, fueron tachados los días lunes, martes, miércoles y jueves. Sólo existen los viernes, sábados y domingos. Así que cada familiar de la vivienda debe hacerse de un espacio en su tiempo para complacer al Niño y el capricho del día. Éstos pueden ser desde volar cometa en la punta del cerro más alto de Independencia, o ir de compras al Mega Plaza. Aunque a decir verdad, esa es tarea para Flor Natalia, porque Juan María le hace pasar más de un papelón.
Echa por los suelos las camisa y franelas que lucen los maniquís de Ripley o Tottus. Trata de salir corriendo de una de estas tiendas con una pelota que no ha pagado; completan la escena la madre, quien corre detrás de los miembros de seguridad que van tras su vástago. Eso le divierte, le recuerda mucho sus paseos (ahora los tiene prohibidos porque pende una amenaza de golpiza sobre él) por el mercado de su casa, en donde arrojaba las naranjas y las papas, mientras su mamá iba calculando y pagando los kilos que Juancito desperdigaba. Los síntomas ya empezaron a aparecer. Cansancio y poca tolerancia al esfuerzo físico lo tiene postrado durante varias horas en cama. Tiene dolor en las piernas y algunos mareos. Felizmente, aún no presenta escasez de plaquetas lo cual conduciría a la aparición de hematomas en las piernas o en los brazos, así como hemorragias en distintos puntos del organismo como las encías o la nariz (no hay nada que le asuste más que ver sangre). La familia está alarmada, pues si bien es cierto la leucemia en estos tiempos puede ser llevadera, dicho tratamiento es muy costoso. Las actividades como polladas, parrilladas hasta bingos no cesan cada mes en casa de los abuelos maternos. Se espera juntar el dinero suficiente para la quimioterapia de Juan María. Es la única salida, no hay otra. Pueda que el cuerpito de Juan María no resista, pero es la puerta que le brinda la ciencia por estos días. Actualmente, se intenta descubrir nuevos procesos de quimiosis más selectivos, menos tóxicos y eficaces contra esta enfermedad, pero eso puede tardar mucho. Juan María ya está siendo prevenido contra la "natural" caída del cabello. Ese aspecto no lo inquieta, pues nunca le gustó peinarse. "Mamá, me voy a morir", pregunta por enésima vez antes de acostarse. Con la mirada brillante, a punto de llorar, Flor Natalia le responde que no: "los ángeles nunca mueren, mi hijo". Juan María, al escuchar la consabida respuesta, sonríe mientras destroza con sus manos sumergidas bajo la frazada, el DNI del abuelo.

9 Comments:

Anonymous Anonymous said...

BETO CASI LLORO CON ESTE RELATO =(

10:49 AM  
Anonymous Anonymous said...

no hay final ????..... weno tare atento al final...

12:55 PM  
Blogger Bethuel Alvarado Malpica said...

Gracias por tu sensibilidad, qué bueno que logre ese efecto en ti, anónimo.
Con respecto al segundo comentario, el final del relato está ahí, el muchacho continúa su vida y sus cosas, claro está que la historia en sí, prosigue pues no hay un desenlace final.

10:55 AM  
Blogger Bethuel Alvarado Malpica said...

Por favor, mucho agradeceré a las personas que comentan mis posts, que eviten en lo posible entrar como anónimos, en todo caso, por favor escriban sus nombres para saber de quiénes se tratan. Gracias (hacen los monos) totales.

10:59 AM  
Anonymous Anonymous said...

el beto cuando no con sus pedidos de nomnbres yo tu papi kervi

9:05 AM  
Blogger Bethuel Alvarado Malpica said...

Jajaja. Kervi, amigo, abrazos.

1:51 PM  
Blogger yil24 said...

Un relato echo realidad en muchos, Llantos en aquellos que navegan esta tristeza, Una vida no comprada en la que vivimos, simplemente en la que estamos.
Sin embargo es triste experimentar dolencias que observamos en la lejanía, mas aun vivirla y tenerla al pie de nuestros días…
No es tan fácil, pero aun en esta vida más de 13 años para una madre es una dicha…
La bendición echa carne, es el regalo de toda madre, Y hay que agradecer al tiempo lo poco compartido y lo eterno en el cielo.
Si bien sabemos este mundo es una caja de sorpresa, y cuando la abrimos no sabemos muchas veces lo que nos espera. El esfuerzo de la madre de Juan María es tan natural como la estupidez puesta en marcha de aquellas “Putas” que no dejan brotar su fruto. "Grande Bethuel"

10:03 PM  
Anonymous Yinro said...

hermosa historia. Me hizo sentir, misión cumplida estimado sr.

11:37 PM  
Anonymous Klima said...

Jajaja. Kervi, amigo, abrazos.

10:41 PM  

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