Monday, October 30, 2006

Yo me bajo en Atocha (muriendo con Sabina)


Tres muertes que pudieron evitarse. En el cruce de dos avenidas ocurren muchos accidentes y a las autoridades poco parece importarles. Un menor de edad y una pareja de novios encontraron trágica muerte, teniendo de fondo un tema de Joaquín Sabina. Lo increíble es que dos dependencias policiales se disputan los muertos y accidentados.

Con su boina calada, con sus guantes de seda, su
sirena varada, sus fiestas de guardar, su vuelva usted mañana, su sálvese quien pueda. Su partidita de mus, su fulanita de tal. Con su todo es ahora, con su nada es eterno, con su rap y su chotis, con su okupa y su skin, aunque muera el verano y tenga prisa el invierno la primavera sabe que la espero en Madrid.

José Carlos N.F. (17 años) no entendía el mensaje de la canción que sonaba en la radio. Era una voz aguardentosa que jamás en su vida había escuchado antes. Joaquín Sabina le era tan desconocido como la vida decente que nunca tendría. "Más de prisa muchachito que se me hace tarde", fueron las últimas palabras que oyó.
Con su otoño Velázquez, con su Torre Picasso, su santo y su torero, su Atleti, su Borbón, sus gordas de Botero, sus hoteles de paso. Su taleguito de hash, sus abuelitos al sol. Con su hoguera de nieve, su verbena y su duelo, su dieciocho de julio, su catorce de abril. A mitad de camino entre el infierno y el cielo... yo me bajo en Atocha, yo me quedo en Madrid.
Francisco Luján Paredes (31) y Paola Mariño López (26) hacían números con respecto a cuánto representaría en sus vidas los mil 200 euros que el primero de ellos ganaría en Madrid, a partir de diciembre. Haciendo averiguaciones sobre el país europeo, ingresaron en Google, y supieron por vez primera de Joaquín Sabina. El cantautor se encontraba en una lista de los 40 artistas que han hecho historia dentro de la música española. El grito de horror de Paola se escucharía a lo lejos.
Aunque la noche delire como un pájaro en llamas, aunque no dé a la gloria la Puerta de Alcalá, aunque la maja desnuda cobre quince y la cama, aunque la maja vestida no se deje besar, "Pasarelas Cibeles", cárcel de Yeserías, Puente de los Franceses, tascas de Chamberí, ya no sueña aquel niño que soñó que escribía, Corazón de María, no me dejes así...
El cruce de las avenidas 22 de Agosto y Carabayllo en Comas, es un lugar fatídico. Se han producido en lo que va del año 9 accidentes automovilísticos, con el saldo negativo de 4 muertos y 14 heridos de gravedad. Poco o nada hicieron las autoridades al respecto. No existe un miserable semáforo que ordene el tránsito en este sector. Lo más increíble es que existen dos dependencias policiales que se disputan los muertos. Es decir, si el choque se produce en la margen derecha de la avenida Carabayllo (con dirección a Canta), el accidente compete a la comisaría de la Túpac Amaru. Si se produce en la margen opuesta, el "asunto" es responsabilidad de la Comisaría de la avenida Universitaria. Cuestiones de Soat, que le dicen.
Corte de los Milagros, Virgen de la Almudena, chabolas de uralita, Palacio de Cristal, con su "no pasarán" con sus "vivan las caenas", su cementerio civil, su banda municipal. He llorado en Venecia, me he perdido en Manhattan, he crecido en La Habana, he sido un paria en París, México me atormenta, Buenos Aires me mata, pero siempre hay un tren que desemboca en Madrid.
Las llantas del mototaxi que conducía José Carlos continuaban girando al ritmo de "Yo me bajo en Atocha", el tema de Sabina, que a pesar del choque con el Station Wagon blanco que conducía Francisco, no dejaba de escucharse en la radio. El menor de edad murió instantáneamente, jamás sabría cómo se obtiene una licencia de conducir, porque al momento de ser auxiliado no portaba esa documentación ni ninguna otra. Mario Quispe Toledo, el apresurado pasajero, sólo sufriría conmoción cerebral. Algo repuesto del accidente y ya en casa, contaba a amigos y curiosos la resistencia que opuso cuando las puertas del cielo se le abrían de par en par. “Aún no, aún no”, musitó.
Pero siempre hay un niño que envejece en Madrid, pero siempre hay un coche que derrapa en Madrid, pero siempre hay un fuego que se enciende en Madrid, pero siempre hay un barco que naufraga en Madrid, pero siempre hay un sueño que despierta en Madrid.
Francisco y Paola murieron camino al Hospital de Collique. La sangre derramada producto de las incrustaciones del fierro retorcido que agrietó sus cuerpos, fue demasiada. Jamás envejecerían en Madrid; ésta fue la promesa que se hicieron abrazados y llorosos cuando les llegó el contrato de trabajo de Francisco. La imprudencia de un inexperto conductor y las nulas señales de tránsito confabularon para ello. Hubieron dos partes policiales al respecto, elaborados por las dependencias de Túpac Amaru y Universitaria. El accidente ocurrió en el mismísimo centro del cruce de ambas avenidas. La población harta de tantas muertes, tomó por asalta las mencionadas calles, y reclamó por un miserable semáforo. No hubo respuesta del Ministerio de Transportes y Comunicaciones, organismo indicado en proporcionar el verde, ámbar y rojo que puede salvar una vida. Hartos de esperar, los pobladores y mototaxistas construyeron sendos rompe muelles a fin de evitar más accidentes, y es que tal como dice la letra de Sabina
...siempre hay un vuelo de regreso a Madrid.

Tuesday, October 24, 2006

El Baloncito de "Toño"


Tardío homenaje. No es la política de Los Ojos de Judas el rendirle homenaje ni tributo a nadie. Sin embargo, sirva la presente para resaltar la labor periodística en diversos campos del quehacer comeño, siendo uno de ellos el deportivo, del colega Marco "Toño" Carmona. El 20 de octubre último, se celebró el Día del Periodista Deportivo, cosa que en lo particular no me emociona ni me quita el sueño, porque muchos de los periodistas deportivos son gente con poquísima y escasa preparación, salvo honradas y contadas excepciones.
Uno de ellos es Marco Antonio Carmona Igreda, "Toño" para sus amigos. Es un profesional en todo el sentido de la palabra, y que actualmente edita la muy bien informada revista Baloncito, El Semanario Deportivo de Comas.
La labor de Toño es invalorable. Desde su trinchera vela por el deporte, pero como dije al principio, esa es solo una de las tantas facetas periodísticas de Carmona; ya que desde hace algún tiempo se encuentra recolectando datos, informaciones y fotografías de lo que será su primer libro: Rostros y Rastros de Comas. Inmenso aporte para el pueblo de Comas, para que se conozca acerca de qué y quiénes marcaron la historia comeña.
No está de más precisar, que Marquitos Carmona Igreda es uno de los principales colaboradores de este blog, muchos de los post que usted, infiel lector, ha leído, se deben a los datos exactos y puntuales del director de Baloncito. Gracias (hacen los monos) Toño.

Monday, October 23, 2006

La cofradía del 230

Una partida más. Es la misma frase que escucho cuando el reloj casi marca las 4 de la mañana. El anciano es una chimenea humeante. Luce débil, incoloro, inexpresivo, pero lo suyo no es tenacidad; es un viejo terco. Ex miembro de la Marina de Guerra del Perú, don José Campos era un asiduo contrincante de las partidas de ajedrez que organizaba la tienda-pollería-bazar "Don Alberto", ubicado en la cuadra 6 del jirón Piérola en Comas.
El mencionado local comercial iba camino a la bancarrota, y sus propietarios no tuvieron mejor idea que instaurar torneos de ajedrez como una especie de gancho para atraer clientes; y así vender las alitas de pollo, gaseosas, cigarrillos, entre otras cosas.
Fue un éxito rotundo. Sólo había un tablero y decenas participantes. "Buenas noches caballeros", era la frase del septuagenario para ubicarse en una posición expectante por su turno.
"Ya pues, no demoren tanto muchachos, a su edad las cosas no se toman tan en serio", afirmaba cuando una partida llevaba mucho tiempo. Era impaciente, así que apelaba a todo tipo de argucias con tal de sentarse cuanto antes frente al tablero. "Carambas, no respetan mi edad ni mi grado como ex oficial de la Marina de Guerra del Perú, eso no es poca cosa, muchachitos", replicaba cuando le reclamaban por haberse 'zampado' al juego.
Éramos muchos los miembros de esta cofradía ajedrecista. Sin embargo, los más entusiastas (vale decir, quienes podíamos jugar por más de ocho horas) solo 3: don Pedro, Carlos "Cartuchera" y yo. "Necesito hacerles una propuesta muy seria. Los espero a las 8 en mi 'submarino'. No me fallen ", nos dijo antes de marcharse. Lo de submarino sería quizá porque para ingresar a su hogar, había que hacerlo de costado por lo angosto del callejón que daba a su puerta.
Nos encontramos en el frontis de la vivienda entre curiosos e impacientes. "Jamás estuve en un submarino, es mi primera vez", dijo "Cartuchera" en medio de sonoras carcajadas de burla. "Buenas noches, jóvenes, buenas noches Don Pedro, todo un caballero, señor de señores, amigo de antaño. Cómo está Carlitos, todo un caballero del deporte ciencia. Y qué tal Bethuel, este muchacho debió ser marinero, qué respetuoso por Dios". Ingresamos a la casa. 6 metros por 40 de puro recuerdo y basura. Muebles antiquísimos, una cama de plaza y media que debió hace tiempo pasar a mejor vida. Un cenicero, un encendedor, una tetera negra, ollas del mismo color, panes duros (los había por docenas), una taza blanca con siglas de la marina peruana, eran las pertenencias más valiosas del viejo.
Sentados en una silla coja (que apoyaba el respaldar a la pared para no venirse abajo) y dos ladrillos cubiertos por cartón, mirábamos impacientes a don Pepe, quien saboreaba su café sentado en la cama.
-"Señores, caballeros, amigos...".
-Al grano don Pepe, al grano por favor', interrumpió "Cartuchera".
-No se impaciente Carlitos, que usted tiene muchos años por vivir. Yo no.
-Disculpe, no quise 'irrespetarlo' don Pepe, amigo, caballero, señor...
-Estamos aquí reunidos, y aquí mismo estamos reunidos, los caballeros a mi entender, más selectos, distinguidos e inteligentes del ajedrez. Diría yo...
-Mejor será que nos diga de una vez lo que quiere de nosotros. Recuerde don Pepe, que la hora es la hora, explotó "Cartuchera".
-Está bien. Presiento mi muerte y mi muerte presiento, y como nada hemos de llevarnos al morir, me voy de viaje a visitar a mi hijo en Puerto Montt, Chile. Mi hijo, un ex oficial de la gloriosa Marina de Guerra del Perú, me ha invitado a conocer el hielo de la Antártida, y pues he aceptado. No pienso regresar más, porque de esa experiencia viajaré al estado de Arizona en Estados Unidos.
-Felicitaciones don Pepe, dijo don Pedro.
-Bien por usted, pero eso qué tiene que ver con nosotros, opinó un cada vez más molesto "Cartuchera".
-Pues he decidido que como no hay bien material que podamos llevarnos al morir, porque ustedes saben que al morir...
-Ya pues, don Pepe, enfatizó Cartuchera.
Fue ahí que escuchamos la proposición del anciano: "quién me gane 230 partidas de ajedrez se quedará con mi casa". La propuesta causó risa, pero ésta duró poco cuando el viejo se puso serio. "Es verdad, sino me creen les firmo un poder ahora mismo, argumentó blandiendo entre las manos un viejo lapicero Faber Castell.
Así empezaron las maratónicas sesiones de ajedrez. Don José no era un gran jugador ni cosa que se le parezca. Era torpe y muchas veces ingenuo. "Cartuchera" cada vez que lo derrotaba festejaba su triunfo ocasionando la molestia y piconeria del anciano, quien indignado con él, decidió una noche reunirnos al resto de la cofradía y comunicarnos su decisión: "Cartuchera" no pertenece más a este selecto grupo porque la burla y 'cacha' no son cualidades que debe ostentar el posible capitán de un submarino. ¿Están de acuerdo? Sí, sí, sí, claro.
La decisión de don José le cayó mal a "Cartuchera". Fueron en vano las promesas de no burlarse nunca más. "Adiós caballeros, señores, amigos... sarta de embusteros llenos de avaricia", fueron las últimas palabras que nos dirigió Carlos.
Desde un principio don Pedro y yo teníamos el mismo plan para con el viejo. Intercalábamos derrotas y victorias para no despertar su cólera y arrebato. Sin embargo, un sábado por la noche don Pedro tenía algunos planes y fue antes de la hora señalada. "Las 7 p.m. también es una buena hora para empezar a jugar, don Pepe". Al anciano no le pareció porque a esa hora venía una muchachita a 'atenderlo'.
Discutieron. Se olvidaron del señorío y los caballos. Don Pedro nunca más se unió a nosotros. La pelea fue irreconciliable. Supe por boca de don Pepe que la próxima vez que se verían sería en el entierro de uno de ellos. Sin embargo, eso no fue así. Hace dos años don Pepe paseaba por Diagonal, en Miraflores, cuando tuvo que saltar la berma y caer sobre las flores recién sembradas. Si no hubiera dado ese salto felino hubiera sido atropellado por el Station Wagon blanco, que tenía al volante a un desorbitado e iracundo don Pedro.
Bajo esas circunstancias sólo quedaba yo como aspirante al submarino.
Mi táctica fue impecable. Hubo amanecidas en que perdía todas las partidas. Fingía una frustración que sólo don Pepe podía remediar. "No es para tanto, Bethuel, amigo, caballero; si te sirve de consuelo me olvidé decirte que integré la Selección de Ajedrez de Lima, así que tranquilo nomás".
Al cabo de dos meses el semblante del viejo empezó a cambiar. Ya no era el tipo florero y hasta se olvidó el señorío y los caballos. Sólo restaban 12 partidas para hacerme de mi primer 'submarino'. Don Pepe ya no era una chimenea sino una hoguera.
-Bethuel tengo que decirle algo.
-Lo escucho.
-Este fin de semana debo hacer un viaje relámpago a Ancash, mi tierra. Regreso el martes, no tardo más.
Nunca más supe de él. El predio 648 del jirón Las Américas ya no existe más. El número ha sido borrado de la pared que a su vez fue derribada, al igual que el estrecho callejón que daba al interior del submarino. El lote fue comprado por la familia Bendezú. Ellos reestructuraron todo. No quieren saber nada con el anciano. No vaya ser que el senil ajedrecista cambie de parecer y decida retornar con una nueva propuesta bajo manga.

Monday, October 16, 2006

La fiebre del cobre


Ladrones y pirañas hacen de las suyas con Telefónica en Comas, al punto de haber puesto en jaque a la trasnacional española: las troncales telefónicas son serruchadas literalmente, para llevarse el cobre que contienen sus cables. En el mercado negro se compra este material a 30 soles el kilo, razón más que suficiente para que estos desgraciados hagan de las suyas. En el colmo, no existe en Comas una sola casa que no haya sufrido el robo de la manija de su puerta.

El teléfono está muerto. María Sifuentes espera en vano la llegada de los técnicos de las services que trabajan para Telefónica del Perú. Su hija Ana María Luján, se comunica con ella religiosamente cada domingo para informarle acerca de cómo le va en España. María desespera esperando en vano que el teléfono que está sobre la mesa de noche vuelva a la vida.

"Qué desgracia, por Dios, estos malditos me han dejado incomunicada con mi hija, Estoy desesperada porque no sé de ella, de cómo le va; si logró por fin la legalización de los papeles", señala tristemente enfurecida Sifuentes.

Hace una semana, un grupo de malhechores se treparon al poste que contiene la troncal telefónica de la cuadra 13 de la avenida Arequipa (a 7 cuadras del municipio local), y con serrucho en mano, cortaron y se llevaron varios cientos de metros de pesado cable de cobre. Así, se dejaron incomunicados a muchísimos hogares.

La empresa española no se da abasto para restaurar el servicio, porque los robos son sistemáticos, diarios y en todos los sectores de Comas. "Es imposible que podamos solucionar rápidamente el corte del servicio, por lo menos tardaremos 10 días", comenta Orlando, trabajador de una de las services que labora en esta parte de la ciudad.

El material que es codiciado por estos malhechores es el cobre, elemento que se encuentra en grandes cantidades en estos cables. Dicho material es comprado en las Malvinas y por reducidores a 30 soles el kilo, suma más que importante para que cientos de vagos e indeseables se trepen a los postes y serruchen las troncales.

La empresa Telefónica del Perú, ha ordenado a las services el engrasado de postes y la colocación de púas, para evitar así el robo de sus pertenencias. Sin embargo, esto no ha contrarrestado el accionar delictivo, "sólo lo retrasa, porque esos tipos parecen gatos y se las ingenian de mil formas para llevarse el cable y dejarnos sin señal", afirma Amelia Turín, vecina de la cuadra 6 de Las Américas.

Este aumento en el precio del cobre originó al comienzo, que las manijas de las viviendas fueran sustraídas. No existe en Comas, dato comprobable, una sola vivienda que cuenta con una asa, o que no haya sido robada anteriormente. No obstante, los delincuentes levantaron la cabeza y vieron en el cableado un mejor negocio.

La Policía Nacional poco y nada puede hacer. En primer lugar, no acude oportunamente a los llamados de emergencia cuando un vecino avisa acerca del robo de las centrales; y en segundo término, poco puede hacer porque al arrestar a los delincuentes no puede hacer más que detenerlos por algunas horas al no haber una denuncia concreta. Ni siquiera Telefónica la ha formulado aún.

Mientras tanto, los robos seguirán perpetrándose, y miles de hogares continuarán incomunicadas por culpa de estos indeseables. La población ya empieza a hartarse de esta situación y de la poca atención de las autoridades policiales y judiciales. Ya se dieron las primeras reunionbes de grupos de vecinos en el jirón Piérola y Las Américas para conformar rondas vecinales, y el castigo no será propiamente entregar el malhechor a la policía. Yo recibí un volante anónimo invitando a la población a unir fuerzas. La frase del mismo rezaba así:

MUERTO EL PERRO, MUERTA LA RABIA.

La advertencia está hecha.

Tuesday, October 10, 2006

El Dueño del Mundo


Un relato tierno que habla sobre el amor de una madre por su hijo; ésta va detrás del menor componiendo todo lo que su vástago destroza a su paso. Él sufre leucemia y la quimioterapia puede salvarlo, o quizá no.

"Mamá, mamá, me voy a morir". La pregunta de Juan María hace un nudo en la garganta de Flor Natalia. Ella, se muerde los labios para no llorar. "No mi hijo, tú no te vas a morir porque los angelitos nunca mueren". La pregunta aunque repetitiva sigue causando el mismo efecto doloroso en Flor, y es que la vida a los 13 años debería ser un milagro de Dios, pero no lo es para su único hijo. Juan María tiene leucemia, enfermedad que se la detectaron cuando acudió a un chequeo de rutina. Un análisis de sangre determinó el penoso mal. Desde aquel momento la vida de Juan María cambió por completo. Los llantos de la madre y la indiscreción de su primo Toñito, le cambiaron el carácter y las ganas de vivir. "Te vas a morir Juancito, mi mamá me dijo que no te diga nada, pero tu sangre es mala, muy mala, Juancito". Juan María dejó el colegio (cursaba el segundo año de estudios secundarios), porque no tenía sentido proseguir si igual se iba a morir. Sus abuelos paternos lo cobijaron durante los primeros meses, mientras Flor conseguía un segundo trabajo como empleada en una notaria de Lima Norte. "Nada te va a pasar, mi niño, nada, yo soy un roble y tú eres igualito a mí, igualito a mí, mi'jo", le repetía el abuelo Marcos. El padre biológico (pues no hizo más que procrearlo) se hizo el desentendido (como siempre fue). La familia materna (léanse primos, tíos, padrinos, amigos más cercanos), lo llenan de amor y de sobreprotección hasta límites intolerables: "claro, mi rey, si tú eres el Dueño del Mundo", le reitera las veces que sean necesarias, su padrino Nicolás. Así nadie dijo nada cuando el cuarto de Juan María, desprendía humo. "Nunca me gustaron las matemáticas", decía éste mientras observaba arder el cuaderno de aritmética. Se cocina las comidas que el Niño desea, claro está que las vitaminas y alimentos que realmente lo nutren, son asimiladas por el menor, previo pago de varios soles. Por su parte, Toñito tuvo que desprenderse del Play Station que le compraron en la última navidad, medio en represalia de la familia por "irse de boca". Del calendario que cuelga en la puerta de la cocina, fueron tachados los días lunes, martes, miércoles y jueves. Sólo existen los viernes, sábados y domingos. Así que cada familiar de la vivienda debe hacerse de un espacio en su tiempo para complacer al Niño y el capricho del día. Éstos pueden ser desde volar cometa en la punta del cerro más alto de Independencia, o ir de compras al Mega Plaza. Aunque a decir verdad, esa es tarea para Flor Natalia, porque Juan María le hace pasar más de un papelón.
Echa por los suelos las camisa y franelas que lucen los maniquís de Ripley o Tottus. Trata de salir corriendo de una de estas tiendas con una pelota que no ha pagado; completan la escena la madre, quien corre detrás de los miembros de seguridad que van tras su vástago. Eso le divierte, le recuerda mucho sus paseos (ahora los tiene prohibidos porque pende una amenaza de golpiza sobre él) por el mercado de su casa, en donde arrojaba las naranjas y las papas, mientras su mamá iba calculando y pagando los kilos que Juancito desperdigaba. Los síntomas ya empezaron a aparecer. Cansancio y poca tolerancia al esfuerzo físico lo tiene postrado durante varias horas en cama. Tiene dolor en las piernas y algunos mareos. Felizmente, aún no presenta escasez de plaquetas lo cual conduciría a la aparición de hematomas en las piernas o en los brazos, así como hemorragias en distintos puntos del organismo como las encías o la nariz (no hay nada que le asuste más que ver sangre). La familia está alarmada, pues si bien es cierto la leucemia en estos tiempos puede ser llevadera, dicho tratamiento es muy costoso. Las actividades como polladas, parrilladas hasta bingos no cesan cada mes en casa de los abuelos maternos. Se espera juntar el dinero suficiente para la quimioterapia de Juan María. Es la única salida, no hay otra. Pueda que el cuerpito de Juan María no resista, pero es la puerta que le brinda la ciencia por estos días. Actualmente, se intenta descubrir nuevos procesos de quimiosis más selectivos, menos tóxicos y eficaces contra esta enfermedad, pero eso puede tardar mucho. Juan María ya está siendo prevenido contra la "natural" caída del cabello. Ese aspecto no lo inquieta, pues nunca le gustó peinarse. "Mamá, me voy a morir", pregunta por enésima vez antes de acostarse. Con la mirada brillante, a punto de llorar, Flor Natalia le responde que no: "los ángeles nunca mueren, mi hijo". Juan María, al escuchar la consabida respuesta, sonríe mientras destroza con sus manos sumergidas bajo la frazada, el DNI del abuelo.

Tuesday, October 03, 2006

Una pausa (que no es rendición)



Por equis circunstancias mi madre se ha visto ofendida con la publicación de un comentario majadero y lumpe de una persona en particular. Cuando inicié este blog a sugerencia de mi amigo Juan Carlos Bondy, traté de guiar el mismo hacia las cosas peculiares que suceden en Lima Norte.
Nunca fue mi intención lastimar ni ofender a nadie. No desde este modesto blog. Para salvaguardar el buen nombre de mi progenitora y evitar los excesos verbales, en los posteriores posts alteraré los nombres y las direcciones de los relatos.
La idea de escribir los datos reales tuvieron la finalidad de darle credibilidad a Los Ojos de Judas. Sin embargo, esto no ha sido así.
Seres anónimos han provocado esta medida. Espero la comprensión de los (in)fieles seguidores de esta página. Gracias (hacen los monos) totales.
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