Friday, June 30, 2006

Tus rodillas nos pertenecen


La bronca iba por fuera. Cerró la puerta de su Audi A6 azul eléctrico y se refugió en su mansión londinense. El Mundial de Alemania 2006 había terminado para él. Qué mala suerte, pensó, mientras subía, apoyado por los criados de la casa, las escaleras hacia el segundo piso. Michael Owen a sus 26 años, sufrió una rotura del ligamento cruzado de su rodilla derecha, durante el partido que disputaron Inglaterra y Suecia.
La última Navidad la había pasado en muletas, pues una rotura al metatarso lo mantuvo alejado del primer equipo del Newcastle. Se hizo la férrea promesa de cuidarse al máximo para llegar a la justa mundialista. Cuenta su madre, que Michael mandó a tapizar toda la casa con un material acolchado, para así cuidar al detalle hasta los paseos que daría en su vivienda.
De nada sirvieron tantos cuidados porque a pocos minutos de iniciado el segundo tiempo ante los suecos, la rodilla de Michael no quiso continuar más en la brega.
Sus familiares, el técnico Sven Goran Eriksson, sus compañeros y los hinchas ingleses lo lamentaron. Sin embargo, en donde más dolió la no continuidad de Owen fue en el seno de las aseguradoras contratadas por primera vez, por la Federación Internacional de Fútbol Asociado.
La FIFA, a pedido de los clubes de fútbol, contrató un grupo de aseguradoras por 15 millones de francos suizos (10,20 millones de euros). El fondo está financiado por las 32 selecciones participantes en el mundial, obligadas a contribuir con el cinco por ciento de los 300 millones de francos suizos (191 millones de euros) con que les premia la FIFA.
Las empresas de seguro no estaban del todo convencidas de aceptar dicho compromiso con la FIFA, por cuanto los partidos mundialistas se juegan al filo del reglamento. La primera condición que pusieron fue, que la compensación a pagar se haría efectiva siempre y cuando el futbolista lesionado excesa los 20 días de baja. Esta cláusula fue aceptada por Joseph Blatter, presidente del máximo organismo de fútbol mundial.
En el caso de Owen, la FIFA deberá pagar el máximo monto estipulado: 180 días. El costo diario es de 12,200 francos suizos (8,300 euros aproximadamente), siendo la cantidad total de 2,196 millones de francos, lo que equivale a 1,4 millones de euros.
El presidente del Newcastle Freddy Shepperd, había manifestado que el seguro contratado por la Federación Inglesa de Fútbol para los futbolistas de la selección, no compensaba lo que supondrá perder al delantero durante los meses que demandará su recuperación, más aún si se tiene en cuenta que por el fichaje del futbolista se le desembolsó al Real Madrid, la suma de 28 millones de euros. "Estamos pensando seriamente en demandar a la Federación inglesa", había adelantado Shepperd. Sin embargo, una vez que conoció la cifra que recibirá de la FIFA, no se volvió a parar de su asiento.
El Mónaco francés, también vio con "buenos ojos" la lesión de su estrella, el checo Jan Koller, y en Ciudad de Murcia, los dirigentes españoles ya empezaron los contactos con la FIFA para cobrar por la lesión de su defensor de Togo, Ludovic Assemoassa. Quienes se jalan los cabellos son los directivos del Liverpool, a quienes el Mundial de Alemania 2006 les trajo de regreso a un lesionado Djibril Cissé, delantero francés que se lastimó de consideración en el último amistoso de su selección previo al mundial. Error de cálculo, que le llaman.

Silvio Rodríguez en Coma


Nadie podía creerlo, las miradas incrédulas de gentes se cruzaban en distintas direcciones. ¿Silvio Rodríguez en Comas? Pues claro que sí, por primera y única vez, el gran cantautor cubano visitó ese distrito de Lima Norte en agosto de 1978. La fecha exacta no se ha podido precisar por cuanto la persona que nos confió la siguiente información radica en España y no recuerda con exactitud el día, pero si la noche. “Fue una velada espléndida, que tuvo una salida magistral. La Junta Militar que presidía el general Francisco Morales Bermúdez, a último momento prohibió la presentación de Silvio en la Pontificia Universidad Católica del Perú. El motivo fueron los rumores acerca de la presencia de muchos comunistas en dicho concierto”, manifiesta Alfieri Olcese del Pozo.
Las localidades para el evento estaban agotadas, todos querían ver al maestro entonando canciones como Testamento, Madre, Unicornio, entre otras más, y nadie estaba dispuesto a recavar su dinero porque la idea era ver al gran Silvio.
El gordo Esteban, un alumno de la Facultad de Derecho de la San Marcos, tuvo una descabellada idea que todos siguieron con entusiasmo, incluso Silvio Rodríguez. “No nos podemos quedar sin concierto, sería darle en el gusto a estos militares hijos de puta, por qué no nos vamos a algún lado de Lima en donde los cachacos no nos jodan”.
La respuesta fue inmediata. ¿Y qué dice Silvio? Que por él no hay problema. Los nombres de diferentes distritos empezaron a sonar: San Martín de Porres, Villa El Salvador, Independencia y Comas. Al cantautor le agradó el nombre de Independencia, pero la mayoría prefirió ir un poco más al norte de Lima. Y fue así que llegaron hasta el kilómetro 13 de la avenida Túpac Amaru, (ahora avenida Belaúnde), unas cuadras hacia arriba, en un descampado, Silvio entonaría sus temas.
Las personas que se trasladaron desde la Pontificia Universidad Católica hasta Comas, fueron todos aquellos que contaban con unidades móviles propias, muchos otros se agruparon para contratar microbuses que los lleven hasta el norte de Lima. Otros tantos se quedaron sin ver la actuación del cantante cubano, pero los que lograron ir, entre ellos, Alfieri Olcese, disfrutaron de una velada espectacular.
En lo alto de una vereda, simulando un estrado, Silvio Rodríguez guitarra en mano, hacía su aparición. Las luces de los automóviles alumbraban en diferentes direcciones: algunos hacia el “estrado” y otros a las calles más oscuras. El ambiente fue de fiesta. Los vecinos de la zona salían extrañados a ver la multitud que había ocupado sus jirones.
De presentador fungió un cura canadiense amante de la trova, quien con micrófono en mano, dijo: Y con ustedes, Silvio Rodríguez en Coma. “Gracias Padre, pero aún estoy de pie”, contestó el gran Silvio. Y el concierto empezó, y la noche se hizo más noche, y la fiesta se hizo más fiesta.

Tuesday, June 20, 2006

Así venga el presidente

Tirios y troyanos enfrentados por un campo de fútbol. Hace más de un año se iniciaron los trabajos de remodelación del estadio Daniel Hernán Tovar, que incluía el sembrado de pasto. El municipio de Comas apoyó la obra, el verde empezó a brotar, pero los dirigentes de fútbol locales decidieron jugar en ese gramado, aún cuando los ingenieros recomendaban esperar al menos 5 meses para su uso.
Ni los ruegos del alcalde sirvieron. Los delegados de los equipos de la primera división de la Liga Distrital de Fútbol de Comas habían tomado su decisión: “Jugamos sí o sí en el estadio Daniel Hernani Tovar”. El Día de los Enamorados, el número 672 del jirón Unión estaba abarrotado de dirigentes y curiosos. Era sabido que la asamblea previa al inicio del campeonato de primera, estaría cargado de adjetivos e insultos.
“No podemos flaquear ni dejarnos convencer, tenemos que jugar en el Hernani (Tovar) a como de lugar, porque en el estadio de Santa Isabel no hay taquilla y además, está lejos”, había dicho un delegado a un grupo de colegas antes del inicio de la asamblea. “¿Y si viene el alcalde?”, dijo uno, “así venga el presidente”, respondieron otros.
Adentro, esperaban impacientes y algo nerviosos, los miembros de la mesa directiva distrital. El presidente de la Liga, Alcibíades Fernández, había regresado de provincias, en donde se encontraba de licencia trabajando. La situación lo ameritaba, había que defender la posición de no jugar en el Daniel Hernani Tovar, el césped sembrado podía echarse a perder. La tesorera Ana Saavedra bebía sendos vasos de agua para que la voz no se le resquebrajara. El vicepresidente Juan Quispe ojeaba papeles, mientras garabateaba un folleto de publicidad.
En la otra esquina, o mejor dicho sentados frente a ellos, los delegados de los 12 equipos participantes. Se inició la asamblea y había el rumor que llegaría en cualquier momento el alcalde de Comas, Miguel Saldaña, para él mismo exhortar a los delegados a no usar el mencionado campo. Nunca llegó, pero hizo saber su posición en más de una oportunidad. La asamblea se inició. Beto Cárdenas, delegado del Juventud Comas, expuso el tema de dónde se jugaría el campeonato de fútbol de la primera división y su pedido pasó a orden del día. Empezaron las primeras muestras de disconformidad en ambas partes. La señora Ana Saavedra leyó un informe técnico del municipio comeño, en donde se recomendaba no usar el campo de fútbol por lo menos hasta julio. “Lo dicen los ingenieros, no es un invento nuestro”, decía Saavedra, mientras varios delegados movían la cabeza en señal de incredulidad.
Juan Quispe, expuso luego que el estadio Ricardo Palma, ubicado en Santa Isabel (el año pasado se jugaron los campeonatos de la liga ahí), no le costarían ni un sol a los equipos participantes. “Los chicos de segunda y tercera si pagaron por usar ese estadio, pero ustedes lo tendrán gratis”, declaraba Quispe tratando de convencer a la sala. No lo logró. Los delegados del Juventud Comas y del Cupa lideraban la oposición. Argumentaban que así esperasen hasta julio, el campo del estadio no mejoraría “porque no hay un riego sistemático”.
Las primeras acusaciones se dieron: ¿Qué se hizo con el dinero del agua?, ¿por qué las obras demoraron más de año y medio? Los ánimos se caldearon. Alcibíades Fernández trató de poner paños fríos pero fue inútil. Había dos posiciones claramente encontradas y nadie cedería posiciones. Se tuvo que ir a votación. Con 8 votos a favor, 3 en contra y una abstención, los delegados lograron su propósito de jugar en el estadio de la liga.
En la cuarta fecha se tuvo que trasladar el campeonato al estadio Ricardo Palma, pero solo por 4 semanas. Ahora, transcurridos 2 meses de finalizado dicho torneo, el campo de fútbol necesita urgente unos trabajos especiales: los huecos aparecen por doquier. La tierra dio paso al césped, pero no se sabe por cuánto tiempo.

Saturday, June 17, 2006

Los bomberos viajan en combi


Dos compañías de bomberos voluntarios de Lima Norte viven momentos de zozobra para realizar su labor social. Una no cuenta con unidades móviles disponibles para salir en ayuda de cualquier emergencia; la otra tiene que buscar un nuevo local porque el contrato de arrendamiento se vence en abril y no hay voluntad de la otra parte de prolongar el vínculo contractual.
No reciben sueldo ni gratificación. No les ceden el paso en las pistas y hasta les cierran las calles. Trabajan feriados, Navidad y Año Nuevo. Arriesgan su vida y lo único que reciben a cambio es un carné de medio pasaje que a regañadientes los cobradores aceptan. Y encima no les brindan las facilidades para su trabajo.
¿Me quieres como vecino?
La Compañía de Bomberos 164 de Carabayllo debe buscar un nuevo local, ya que el que ocupa actualmente no les pertenece. Inversiones Centenario, empresa del grupo Romero, no piensa prolongar el contrato por lo que hay que empacar las pertenencias y mudarse de ahí. Se está en la búsqueda de un terreno en donde se pueda construir la casa propia y no ser eternos errantes. El municipio de Carabayllo está echándole ganas, pero no es suficiente, ya que primero tiene que lidiar con sus propias limitaciones.
A la falda de un cerro ubicado frente a la entrada de Santa Isabel, en plena avenida Túpac Amaru, hay espacio, pero -por insólito que parezca- hay que preguntar a los vecinos si desean la compañía de estos amigos de rojo. “Es increíble que haya que hacer un sondeo entre la población para saber si nos desean de vecinos. Yo estaría contenta de tenerlos al lado de mi casa, hasta mi patio les daría”, señala la subteniente Ericka Ramírez.
“La próxima vez vamos en combi”
La Compañía de Bomberos Voluntarios 161 de Los Olivos no tiene una sola unidad operativa, a excepción del vehículo auxiliar que sirve para cuestiones administrativas, pero que debe ser empujado a fin de encender el motor porque el arrancador se encuentra malogrado. Hace unos meses la unidad médica que acudía a un llamado de emergencia, se incendió en pleno trayecto debido a un corto circuito quedando prácticamente inservible.
La situación es crítica, por decirlo de alguna manera, las dos ambulancias con las que cuenta esta “Bomba”, han sido internadas en los talleres (una de ellas ha sido prestada por el cuerpo de bomberos de Santa Anita) y no tienen fecha de salida. Por último, el carro de bomba de agua se encuentra malogrado en la compañía de Comas. El Congreso de la República dictó la Ley No. 28639, que declara de interés nacional y urgente necesidad pública la renovación del parque automotor del Cuerpo General de Bomberos Voluntarios del Perú, pero hasta que esto se cristalice pasará mucho tiempo.
Mientras tanto, hay que arreglárselas como sea con una flota de vehículos que data de la década del ’70. “Si en estos momentos hubiera una llamada de emergencia, afirma el subteniente Carlos Gabriel, prácticamente no podríamos acudir y nos quedaríamos sentados aquí (señala un mueble) rezando. O podemos ir en combi y eso sería inaudito".
"El colmo, prosigue Gabriel, es que cuando llegamos tarde a cualquier accidente, las personas te insultan y preguntan el por qué no estamos a tiempo, cuando en realidad ya es un milagro que lleguemos con todas las carencias que tenemos”.

Memoria de mis putas tristes (Plagiando a Gabo)


“Nos vamos de aquí”. Lucha tiene 48 años y vende caramelos y cigarrillos en la calle Los Andes, en Independencia. La proliferación de negocios con luces de neón alrededor del Mega Plaza, han espantado a los parroquianos que normalmente cortejaban a las prostitutas que se ubicaban, en esa entonces, desolada calle. “Ya no hay ventas ni clientes. Quién va a venir a echarse una ‘canita al aire’ con tantos avisos luminosos y con tanta gente que camina apurada. No, es difícil seguir así. La mayoría de chicas se marcharon a otros lugares más solapas, y las pocas que quedan se resisten a mudarse porque han hecho buena ‘amistad’ con los propietarios de los hostales y si se van, pues esos locales cierran y hay mucha pena”, prosigue Lucha.
La calle Los Andes está ubicada entre el Mega Plaza y el Royal Plaza. Pertenece a la urbanización Industrial Panamericana Norte, que años atrás solo contaba con un negocio de venta de muebles, que a más tardar cerraba a las 6 de la tarde. Luego, el silencio y la poca luminosidad de la zona, se convertían en lugar perfecto para que las damas de la noche realicen su trabajo sin mayores sobresaltos. Lucha nos ausculta con desconfianza. “¿Usted es periodista, joven?” No, le respondo. “Ah ya, porque no me gustan los sapos, así tengan cartón universitario, usted disculpe la ‘tuteada’ joven. ¿Otro cigarrito?”.
Lucha tiene 4 hijos, un esposo alcohólico y fuertes dolores de espalda. Su día empieza a las 4.30 de la mañana, hora en que se dirige a la panadería El Buen Trigal, en Payet. Allí recoge tres bolsas de yute repletas de pan para repartirlas en diversas tiendas, haciendo un recorrido de 2 kilómetros diariamente. Luego hay que regresar a casa y preparar el desayuno. Tres de sus hijos van al colegio. Su esposo, (si a eso se le puede llamar así, nos confiesa), bebe alcohol todos los días desde hace 5 años y no se quiere ir de la casa. “El desgraciado sabe que en otro lado nadie le dará un plato de comida, pero aún así no para de molestar en casa. ¿Joven, desea una barra de halls?”.
Dos calles conforman Los Andes. La mayoría de establecimientos son hostales de mala muerte. Algunos ya cerraron porque la modernidad y el gentío que atraen los grandes centros comerciales ubicados a su alrededor, le han espantado la clientela y por consiguiente a las prostitutas. Otros propietarios están a punto de colapsar y algunos empiezan a cambiar de giro. Lucha sigue en su lucha. “Por mí que el Mega Plaza se vaya a otro lado. Antes de que lo construyeran, yo me ganaba mis buenos reales vendiendo mis galletas, chicles, cigarrillos, incluso hasta preservativos ofrecía. Sin embargo, ahora casi no vendo nada, pero ya me acostumbré a venir todas las noches, porque además aquí tengo mis mejores amigas. ¿Una galletita, joven?”. “El colmo, nos dice Lucha, ahora tenemos a la Reniec de vecino. Ya empezaron las largas colas, hasta hay gente que se amanece guardando sitio. Esto no tiene remedio, hasta de madrugada hay gente en el ‘barrio’. Joven me sobró un sanguchito”.
Hace frío y me quiero ir a casa. ¿Y qué pasa si ellas (prostitutas) se van?, le preguntó . “Pues que más queda joven, yo me voy con ellas”.

Elián y mis rodillas (basado en el relato de Karla Cruz)


Tenía 13 años de edad cuando cursaba el sétimo grado de estudios en Cuba. La profesora ingresó al salón y empezó a repartirnos unas franelas con la imagen de un niño, acompañado de un lema que decía: “Salvemos a Elián”. Yo no entendía muy bien la disputa, sin embargo, sabía que su madre había querido darle una nueva vida en Estados Unidos, tratando de alcanzar, utilizando una lancha, las costas de la Florida.
Mi padre me dijo que eso era muy peligroso y que los tiburones podían comerte. “Qué valiente eres, Elían”, me dije, mientras veía los programas televisivos que solo hablaban de él. “Es una cuestión de estado, mi hija”, me dijo mamá. Yo preferí ir a jugar con mis amiguitas. Al día siguiente, en clases, los compañeros de la escuela estaban contrariados. “Hoy no habrá prueba”, dijo Fabio, el gordito del aula. Me alegré porque no había aprendido bien la clase. “Todos a vestir el pollover (polera) y a formar una cola en el patio, nos vamos a la marcha”, oímos por los parlantes de la escuela.
“Hoy es un día especial, defenderemos la dignidad de nuestro pueblo. ¡Abajo el imperialismo yanqui! ¡Abajo la mafia asesina!”, decía un coronel del ejército, que parado frente a nosotros, nos trataba como a soldados. Largas caminatas bajo el sol. Sudaba y me dolían las rodillas (siempre que hacía demasiado esfuerzo tenía ese problema). “El dolor está en su mente, alumna, si usted cree que le duele le dolerá”, me decía el coronel.
Durante meses marchábamos frente a la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana, portando papeles y depositando en el ánfora de sugerencias, cartas reclamando al gobierno de Bill Clinton que “nos devuelvan a nuestro hermanito”. A veces de día, muchas otras de noche, siempre debíamos estar listos para cuando al Comandante se le ocurriese sacarnos a “pasear”. Amaya, mi amiguita de aula, se cansó de tantas marchas y un buen día empezó a faltar reiteradas veces a la escuela, sin justificación alguna. Le bajaron las calificaciones, la miraban como a una contrarrevolucionaria y más de una compañera le dejó de hablar por “órdenes superiores”. Ella pensó que me alejé igual que el resto, pero no fue así. Mi abuela me encargaba una infinidad de quehaceres antes de darme permiso para visitarla, y por lo general, nunca los acababa.
Hace dos años que radico en Hialeah, Florida, Estados Unidos y no sé qué fue de la vida de Amaya. No lo sé. Tengo vagos recuerdos del día que el “balserito” regresó a Cuba. Sé que hubo mucha algarabía en el país, que el Comandante leyó victorioso un discurso ante miles de compatriotas y que mis rodillas dejaron de dolerme.

El Niño que vino del Mar


Elián González tenía 6 años de edad cuando se convirtió en la manzana de la discordia entre Cuba y Estados Unidos. Su imagen del día en que lo rescataron, figura como la foto más vista de todos los tiempos, después de la imagen del Papa en su ataúd. Transcurridos 5 años, me inquieta la idea de saber acerca de las nuevas señales de vida del “Balserito”. Aquí algunas de sus huellas.
No hay barricadas, pero sí parejas de policías en cada esquina, por lo menos a cuatro cuadras a la redonda. Entre la avenida 3 y un hermoso mar azul como fondo, ubicada exactamente en la avenida 1 y 36, se encuentra la casa de Elián González, a quince minutos del centro de La Habana. Custodian su vivienda la Brigada Policial y la Brigada Especializada, los primeros cubren sus cabezas con gorras de béisbol, los segundos con boinas.
Elián vive en una cómoda casa, que a diferencia de otras cuenta con columpio. Cada tarde al regresar de la escuela, Elián se interna en el patio posterior de su residencia a jugar con sus tres perros, hasta que Nelsy Carmeta, su madrastra, le avisa que el almuerzo está servido. Estudia en el quinto grado en la Escuela de Cárdenas, en Matanza. Sus profesores destacan sus buenas notas, especialmente en matemáticas. “Es un apasionado de los números, todo el día está calculando”, dice su maestra, Yamilín Morales.
Aún cuando es muy bueno en la práctica de la natación, Elián prefiere el béisbol. Admira a Yoandri Garlobo, el “jardinero” del equipo que logró el subcampeonato en el Clásico Mundial de Béisbol jugado en marzo de este año, en Puerto Rico. En su cumpleaños, el “Balserito” recibe la visita del Comandante Fidel Castro, quien departe con él como un invitado cualquiera. “Es más que un amigo, lo veo como a un padre”, dijo Elián, durante una entrevista concedida a la cadena estadounidense CBS, el año pasado.
El “Niño Elián” como lo conocen en la Isla, luce fuerte, nutrido y atlético, en comparación con sus compañeros de clase. Muy pocos, o casi nadie, cree que a él le hayan suprimido la ración de leche al cumplir los 7 años, como sí lo hacen con los demás niños cubanos. Los fines de semana sino está en algún acto protocolar del gobierno, se refugia en el Parque Josone, ubicado entre la 1era y la 56, en Varadero. Allí trabaja su padre Juan Miguel González como mesero acompañando a los turistas hasta su mesa. Las propinas que recibe su progenitor son buenas, pero aumentan si el turista puede tomarse una fotito con Elián.
Durante celebraciones del gobierno, se le nota cansado y algo aburrido, pero se lleva bien con el Comandante Fidel Castro, a quien visitó cuando éste cayó por segunda vez en un acto público, en la ciudad de Santa Clara. Sin embargo, a Elián son pocas las cosas que lo seducen. No le gusta el apelativo de “Balserito”, porque le recuerda a su madre muerta, Elizabeth Brotons. Prefiere pasar desapercibido y no tener que responder a preguntas tan absurdas como “qué fue lo que realmente sucedió. Si por él fuera, jamás se hubiera lanzado al mar, tal vez así, su madre estaría viva a su lado.
La muerte viaja en lancha
Según Gabriel García Márquez, fue Lázaro Munero, pareja de Elizabeth Brotons, quien promovió la aventura de lanzarse a la mar en una vieja lancha que contaba con un motor en malas condiciones. Completaban la tripulación la familia de Munero: su padre, con más de 70 años, su madre, todavía convaleciente de un infarto y el hermano menor. Su socio en esta empresa se llevó a la familia completa: su mujer, sus padres y su hermano, y a una vecina cuyo esposo la esperaba en los Estados Unidos. A última hora, mediante el pago de mil dólares cada uno, se embarcó una muchacha de 22 años, Arianne Horta, con su hija de cinco años, Esthefany, y con Nivaldo Vladimir Fernández, marido de una amiga.
Escogieron la costa de Cárdenas porque es un buen punto de partida por su cercanía con la Florida, y por sus recodos marinos resguardados por manglares difíciles para los guardacostas que patrullan sus aguas. La lancha no era más larga que un automóvil, sin techo ni asientos, de modo que los pasajeros debieron viajar sentados en el fondo y con el sol que les daba de lleno. Tres neumáticos de automóvil fungían como salvavidas para 14 personas. No había sitio para uno más.
Hubo un primer intento de zarpar el 20 de noviembre de 1999, desde un manglar en las inmediaciones de Jagüey Grande, muy cerca de Cárdenas, pero tuvieron que regresar por una falla del motor. En definitiva, zarparon al amanecer del 22, con buena mar, pero con mal motor. A la medianoche del 22, los responsables del viaje arrojaron el motor desahuciado al mar para así aligerar la carga. Pero la barca, descompensada, se volteó y todos los pasajeros cayeron al agua. Las personas mayores que no sabían nadar se ahogaron al instante. Un factor contra la mayoría debió ser el Gravinol intravenoso que se inyectaron, y, que, en efecto, evita el mareo, pero provoca somnolencia y entorpece los reflejos. Arianne y Nivaldo se agarraron a uno de los neumáticos; Elián y tal vez su madre tomaron otro. Nadie tomó la tercera goma. Elián sabía nadar, pero Elizabeth no, y bien pudo soltarse en medio de la confusión y el terror. "Yo vi cuando mamá se perdió en el mar", diría el niño a su padre después por teléfono.
Lo que es difícil de entender, es cómo ella tuvo la serenidad y el tiempo para darle al hijo una botella de agua dulce. El jueves 25 las noticias daban cuenta del naufragio. El cadáver de una mujer mayor fue encontrado en la playa por un pescador. Más tarde aparecieron vivos Arianne y Nivaldo, aferrados a uno de los neumáticos. Poco después se supo que un niño había aparecido frente a Fort Lauderdale, inconsciente y escaldado por el sol, acostado boca arriba sobre un neumático. Era Elián, el último sobreviviente.
“Es un milagro”, dijeron los Babalaos (una especie de brujos isleños), al enterarse de que un niño de apenas seis años había sobrevivido a un naufragio en las aguas de la Florida. Elián permaneció 48 horas varado en el mar y su cuerpo no presentaba quemaduras ni llagas, como sí ocurre normalmente con otros náufragos rescatados en las mismas condiciones. El misterio de este prodigio se vio reforzado con la historia de los dos pescadores norteamericanos que recogieron al balserito, y señalaban que el menor fue salvado de los tiburones por la aparición de los delfines con los que jugaba el niño.
Los babalaos empezaron a predecir el futuro del régimen cubano ligado a la suerte del niño, de quien decían era la reencarnación de Elegua, un príncipe africano que prometió cuidar un coco encantado. Éstos declararon que si el “Niño Elián” seguía en Miami, el régimen de Fidel Castro “se caía”. Entonces, había que traer de nuevo el Elegua a Cuba, para proteger así a un Comandante ateo creyente como ningún otro, en supersticiones. Actualmente, todos los años la santería publica su horóscopo religioso, tirando cuatro pedazos de la nuez de un coco y de acuerdo a la posición en que caigan, hacia arriba o hacia abajo, dictaminan las buenas y malas noticias para el gobierno cubano.
La Pequeña Habana
Así se le denominó a la morada de los familiares del pequeño Elián en Miami. La casa ahora es una especie de museo dedicado al niño, con numerosas fotos, juguetes, ropa y una pequeña cruz negra al lado del armario, preciso lugar en donde un agente federal apuntaba su rifle contra el pescador Donato Dalrympley, para arrancarle al niño de sus brazos, ante la cara de llanto y espanto del “balserito”. Esa imagen dio la vuelta al mundo.
Estadísticas
El censo realizado el año 2000, arrojaba la cifra de un millón 200 mil cubanos en Estados Unidos. Los cubanos constituyen el tercer segmento poblacional hispano detrás de los mexicanos y los puertorriqueños, de un total de 38.5 millones de hispanos en la actualidad. - Sólo un tercio de los cubanos que vive en EE.UU. nació en este país, por lo que la población cubana es mayormente inmigrante. - Alrededor de 215 mil cubanos llegaron a Norteamérica como parte del llamado "Exilio de Oro", entre 1959 y 1962; unos 300 mil arribaron a través de los Vuelos de la Libertad, entre 1965 y 1973; unos 125 mil llegaron a través del éxodo de Mariel en 1980; 30 mil se lanzaron al mar el verano de 1994, fueron confinados en la Base Naval de Guantánamo y finalmente se les permitió entrar en Estados Unidos en 1995.

Friday, June 16, 2006

La cara limpia de La Balanza

A la altura del kilómetro 11 de la avenida Túpac Amaru, 25 cuadras hacia arriba, es muy difícil ver un taxista. Muy pocos se animan a ir por el barrio de “La Balanza”, uno de los más peligrosos de Comas, pues las pandillas ganaron sus calles. Sin embargo, esa es sólo una cara de La Balanza, porque existe otra que habla de un pueblo pujante y ávido de arte.
Un grupo de jóvenes comeños dedicados al teatro, hicieron posible un sueño conjunto; organizar el festival más importante de teatro al aire libre de Lima: Fiteca. Del 29 de abril al 5 de mayo, en la loza deportiva del Cupa (Club Unión Parte Alta), se desarrolló la quinta edición de la Fiesta Internacional de Teatro en Calles Abiertas, con la participación de agrupaciones provenientes de Argentina, México, Costa Rica, Bolivia y Chile. Durante esa semana, Comas se conviertió en la capital teatral de Sudamérica.
El conciliábulo de los teatreros
El origen de Fiteca se remonta a finales del 2001, cuando los directores de las compañías de teatro Luna Sol, Teatro del Ritmo y La Gran Marcha de los Muñecones, se juntaron y empezaron a idear la forma de compartir su arte con sus vecinos. . El proyecto se plasmaría el 2002, con la ayuda de jóvenes profesionales y amas de casa. La primera edición tuvo la participación de grupos de Chile y México, y logró su objetivo que era sembrar la semilla de la cultura. “En La Balanza también vive gente decente y sensible al arte. Las personas aquí (señala la calle) aprendieron a ver teatro, cuando un grupo les gusta los aplauden a rabiar, pero si les parece malo lo expresan con la misma vehemencia”, afirma Janet Gutarra, una de las organizadoras.
Los primeros dolores de parto
Este año Fiteca va por su quinta edición y fue un éxito. La programación para 7 días de arte contemplaba la participación de 35 grupos y a menos de un mes, ya contaba con 40 grupos confirmados. Se amplió una hora más las funciones diarias; es decir, de 6 de la tarde a 11 de la noche, pero de igual forma había que decirle a alguien: “muchas gracias, pero será para la próxima”.
Deja tu piedra, dame una mano
El mayor logro de Fiteca tal vez sea el efecto mágico que ha causado entre los temidos pandilleros de la zona. Durante los días que dura el evento, hacen pactos mutuos de no agresión, y por si fuera poco, se ofrecen ad honorem como brigadistas de seguridad del evento. “Es un milagro del cual nos sentimos muy orgullosos. Tú sabes lo que es caminar por las calles de ‘La Balanza’ a las 3 ó 4 de la mañana y que no te pase nada. Los ‘muchachotes’ del barrio entendieron que esos seres extraños, venidos de otras tierras, llegaron a compartir su arte y cultura a cambio de nada. Y lo mínimo que se pueden llevar de nosotros es una buena impresión”, relata Elva Ramos, otra de las participantes del evento.
No lucro, hago arte
Cada agrupación participante proveniente de Lima, provincias o del extranjero llega con su propio dinero, es decir, a nadie se le paga ni un sol. “Se perdería el encanto si es que se cobrara por llevar cultura a la gente”, señala Gutarra. Los visitantes se hospedaron en la casa de los organizadores e incluso de los propios vecinos. Esto ha motivado que mejoren la facha de sus casas, para pasar piola, pues todos quieren tener un artista en el hogar. Donde antes había un silo, ahora hay un baño y si las fachadas estuvieron empolvadas ahora están pintadas.
Se arreglan salas y dormitorios y los jardines hasta flores tienen. La comida está a cargo de un club de madres de la zona, debido al convenio de ese comedor y la Municipalidad de Comas. “No tenemos que agradecer al municipio por eso, porque impartir cultura es simplemente es su obligación”, señala con dureza Ramos.
Me envías un e-mail
Las chicas de La Balanza zurcen vestidos, alistan minifaldas, tiñen cabellos y se practican manicure y pedicure. Los chicos lustran zapatos, cortan cabellos, lavan camisas y hasta se prestan corbatas; quién dice, que no sea en esta edición de Fiteca, que conozcan al amor de su vida. Son muchos los romances que se cuentan en cada edición entre extranjeros y compatriotas. En algunos casos, Fiteca sirve para verse de nuevo y redoblar votos de amor.
La política embrutece
Fiteca busca el apoyo de la colectividad y de la empresa privada para su realización. Lo que no está permitido es la participación política de nadie. No se aceptaron otorongos ni precandidatos al congreso. Se trata de llevar cultura a la gente y la política embrutece.
Los héroes de la cultura
Son héroes por soñadores, por realizar un evento que no les representa dividendos, solo la satisfacción de haber logrado un festival con prácticamente nada. Jorge Rodríguez, director de la Gran Marcha de los Muñecotes, es el coordinador general. Elva Ramos es abogada y es la encargada de buscar auspicios de empresas privadas. “El gerente de la editorial en la que trabajas, ¿no querrá apoyarnos?”, nos pregunta inquisidora. Nelly Rojas y Mónica Gutarra son las encargadas de prensa, sobre ellas recae la responsabilidad de promocionar el evento. Tienen que tocar puertas de diarios, revistas y radios, la tarea es titánica porque, lamentablemente en este país, la cultura no vende.
Janet Gutarra tenía un botiquín lleno de Donopan y no es para menos. Era la responsable de la programación y tenía más grupos de los que el evento podía albergar. Y las ofertas de grupos seguían llegando. Marco Esqueche radica y trabaja en Argentina desde hace varios años. Sin embargo, la distancia no es impedimento para decir presente en Fiteca. Cuentan sus amigos que hace coincidir sus vacaciones con la semana del evento, para trasladarse directo del aeropuerto de Ezeiza a La Balanza. Llega a casa, saluda a la mamá y pregunta por el jean gastado que su progenitora quiso botar más de una vez, y a la calle; a trabajar en lo que haga falta. Y son muchos más los héroes anónimos embarcados en esta aventura. Cerca de 80 personas distribuidas entre comisiones de recepción, hospedaje, alimentación, maquillaje hasta guías. Profesionales, empleados, amas de casa, universitarios, albañiles, todos son bienvenidos. En Fiteca no importa tu cartón ni tus títulos, les basta y les sobra con que seas un ser humano.
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