Wednesday, September 27, 2006

El hombre que esperaba


Desde hace siete años, cada jueves de su vida espera sentado en la banca de un parque a la enamorada que nunca tuvo. No ha faltado a la cita porque tiene la seguridad que ella aparecerá alguna vez. Una mezcla inexacta de locura y amor.
Se hace llamar José Temario Luna (33 años), y quizá ese no sea su verdadero nombre. Llega a las 7 de la noche en punto. La coaster que llega proveniente de Ate-Vitarte se detiene en la esquina de la avenida De La Rosa Toro. Mira a ambos lados como si lo estuvieron siguiendo. Extrae una cajetilla de cigarros Montana de la casaca marrón de cuero que trae puesta y enciendo el primero de la noche. De cabello negro semiondeado, nariz aguileña, mirada esquiva como su vida, José Temario no se inmuta ante el claxon de un auto que le advierte que no debe ser imprudente al cruzar. Camina pidiendo permiso a cada transeúnte con el que se cruza hasta llegar a la avenida Julio Mayor Bayletti. Hace una pausa y extrae el segundo cigarrillo de la noche. Los palos de fósforo se apagan por el viento reinante, pero eso no importa; tiene una caja de cerillos más consigo. A pesar que conoce el sendero hacia el Parque número 2 de la urbanización Javier Prado, en San Borja, escrudiña cada dirección como si tuviera temor a perderse.
Ese mismo hecho le valió para detectar el error en la escritura de la avenida Bayletti. En la esquina de la calle José Jiménez Borja y Bayletti, en la pared de una de las viviendas, la mencionada avenida está escrita con i latina. “Qué error tan garrafal”, afirma. El humo de su pucho lo acompaña por tercera vez. No hay luna y eso lo desespera. Le gusta observar el satélite que alumbra la oscuridad de la Tierra. Quizá sea ese el argumento para inventarse el apellido que me dijo. Antes de sentarse en una de las bancas centrales, se acerca y persigna en la estatua de la Virgen que protege la estación de los serenos.
Son las 7.30 p.m. y sentado ya, enciende uno más. Observa a los vecinos que pasean sus perros por dicho parque. “Los hay de muchas razas, pero mis preferidos son los Cocker Spanish”, comenta. Se le nota preocupado, el reloj avanza, ya son casi las 8 y no llega su cita. Fuma uno tras otro. Se pone de pie, amaga unos pasos, y se vuelve a sentar. Levanta la mirada, intenta divisar la figura de Ana María Lucía Roldán. Pero no ella no llegará.
-¿Tienes encendedor?, requiero.
-No.
Me voy por donde vine, pero a medio camino regreso y repregunto. -¿Y, fósforos? -Sí. Enciendo el Hamilton y le agradezco. No me dice nada. No parece notar que quiero entablar una conversa. “Qué frío, ¿no?”, le digo. Un parco sí obtengo por respuesta. “Espero a alguien pero parece que me plantó”, añado. “Yo también, así que es mejor que te vayas porque ella es muy tímida y si te ve…”.
Me siento en la siguiente banca y lo observo. Calculo que debe tener unos 40 años. Luce limpio y aseado. Hago el ademán de alguien en espera de un acompañante, y me mira por primera vez. Se acerca hasta mí y me dice: “¿qué hora es?”. “Son las 8.05 p.m.”, contesto. “Ya es tarde, parece que te dejaron como a mí”. Compartimos la mima banca y empezamos el diálogo; es un decir, porque lo de él es un monólogo que parece aprendido. Me cuenta de su pasado como marino mercante, de sus pericias por el Caribe y las costas de Europa.
Hago un ademán de incredulidad, pero no repara en ello, y sigue. Sus historias con mujeres distintas (las tuvo rubias, morenas, blancas, hasta griegas), me suenan divertidas e interesantes. “No continúo en embarcaciones porque una vez me ‘pescaron’ con la mujer de un oficial, y en donde se come… tú ya sabes, ¿verdad?”. Sí, claro, entiendo perfectamente. Conversamos acerca de muchas cosas hasta que menciona el motivo de su espera. “Hace varios años (9) conocí a Ana María, es una mujer fabulosa en todos los aspectos. Ella es del Callao y nos conocimos en el puerto chalaco. Yo desembarcaba y ella despedía a su esposo. Lo primero que me atrajo de ella fue su coqueto caminar; la abordé y empezó nuestra amistad. La llamaba todos los días que yo estaba en tierra. Con el tiempo, nos hicimos muy buenos amigos, eso lo dejó remarcado ella, “sólo te prometo amistad”.
A mí no me importaba con tal de tenerla cerca”. “Durante dos años la acompañaba a todos lados, claro siempre que no estaba su esposo. Hacíamos el mercado, íbamos al cine, una que otra vez a bailar, era encantador tenerla en mis brazos y tocar las fibras de su espalda; bailaba como pocas. Después de un tiempo, no pude más y traicioné nuestro pacto y me le declaré. Sus ojos brillaron, lloró, le pedí perdón. "No tienes que hacerlo, pues siento lo mismo por ti, pero no digas más, calla, por favor”.
La llamé por teléfono las dos semanas siguientes y me contestaba Aurora (6), la segunda de sus hijas: mi mamá dice que no está. Esperé un mes más y fui a buscarla cerca del colegio de las niñas. Hasta que un día la encontré; nos miramos, confundidos en un abrazo eterno nos dijimos cuánto nos habíamos extrañado.
Me pidió paciencia y una nueva cita, pero fuera del Callao. Acepté y le dije que en San Borja existen parques muy lindos. Está bien, me dijo, y quedamos el jueves en el Parque número 2 de San Borja. Yo lo conocía porque en varias oportunidades había visitado a un antiguo amigo que residía por la zona. Ok, respondió, entonces me bajo entonces en el puente de De La Rosa Toro con Javier Prado. Sí, sí, ahí mismo. Espérame, por favor, yo llego”. Fue la última vez que la vio. Nunca más nadie contestó el teléfono. Las niñas mudaron de colegio y la casa del Callao está alquilada. Nadie da razón del paradero de Ana María. José Temario Luna continúa su espera y no piensa faltar a la cita de cada jueves. “Ella me pidió que la esperara, y yo soy hombre de palabra”.

La vida es un juego

Un grupo de amigos que se conocieron a través de los juegos en línea, se hicieron un juramento: conformar un clan The Fam, que sea respetado y reconocido en el Perú. Para cumplirlo dejaron, literalmente, todo: sus familias, estudios y trabajo. Un juego para toda la vida que les puede costar la vida misma.

A las 10 de la mañana todos a desayunar. La cachanga y la coca cola es el alimento que el cuerpo necesita para seguir la guerra contra los clanes turcos y americanos. La pelea es sangrienta y hay que “alimentarse”. Los integrantes del clan dan 50 céntimos para el mismo.
Cada quien tiene su apodo de guerra. Jaime Pablo Inga “Fox 666” y Rubén “Heider” son los trabajadores que todo empresario anhela tener: laboran en las cabinas de internet sin cobrar, con tal de que les permitan seguir jugando. Pablo tiene 22 años y dejó su trabajo en Ebel (su hijo y las necesidades de éste pueden esperar); a Heider, poco le importó el negocio de embutidos de su padre.
Vendiendo fe
“Velas, velas para iluminar a los santos, para guiarlos hasta sus peticiones”. A.V “Maromas”, 25 años, vendía misioneras en los bautizos que se celebraban en la iglesia de la cuadra 6 de la avenida Francisco Pizarro, en el Rímac. Lo que recaudaba durante esas festividades le alcanzaba para solventar sus juegos de una semana.
Con la ayuda de su familia, logró hacerse de un puesto en el Mercado Central de Comas. Vende abarrotes y la clientela le es fiel, pues cae simpático. Hace dos meses, su abuelo (uno de sus benefactores), le hizo una auditoria detectando una pérdida de 3 mil soles. Maromas no sabe qué hizo con todo ese dinero. Quizá la respuesta éste en las 10 horas diarias que permanecía frente a la computadora. Lo sacaron un mes del negocio, y Maromas pensó en volver a las velas. Pero recibió la última oportunidad: “trabaja y piensa en tu hijo”, fueron las palabras del anciano. Parece que aprendió la lección; ahora solo juega tres horas.
Adictos de amor
Alan “Whisky” tiene 26 años y es un eterno estudiante de la Universidad San Marcos. Mucho de sus compañeros de promoción que ingresaron junto con él, terminaron o están por hacerlo. A él, poco le importa ese detalle. Ni el dinero de los pasajes ni los cientos de fotocopias que inventa a diario le alcanzaban para pagar su adicción. Tuvo que echar mano a los ingresos que obtenía como profesor de inglés. Y es que 12 horas diarias enfrentado turcos y americanos es una tarea titánica y costosa.
Mediante el Knight On Line conoció a su enamorada, otra jugadora como él. Podían pasarse días jugando, esa era su forma de amarse. Un día tuvieron la infeliz idea de irse una semana de luna de miel. Whisky sustrajo 800 soles de su padre 800 soles; con ese monto fueron felices ocho días con el reflejo de las computadoras en sus pupilas. Ahora, ella está embarazada, pero por ahora eso poca atención merece.
Su padre enterado del robo, llegó hasta The Fam, ubicado en la cuadra 6 del jirón Los Pinos, en Comas, y a puño y patada limpia trató de enmendarle la plana a su hijo. Craso error, Whisky se ausentó de dicha cabina de juegos para irse hasta Salamanca; allí su enamorada conocía un buen point.
Que te vaya bonito
Andy “Iconoclasta” (23 años), salía de su casa con un beso de su madre en la mejílla. Ésta veía en él al profesional que siempre quiso en casa. La Universidad Villareal lo esperaría a diario. Pero Andy olvidó el camino a dicho casa de estudios, porque sólo fue los primeros meses. Había que ahorrar el dinero de pasajes y fotocopias para los juegos en línea. Su enamorada, cansada de su ausentismo en clases, además de los innumerables plantones, llegó a The Fam. Antes de sentenciar el final de su relación, lo cacheteó: “el juego o yo”. Se regresó sola por donde vino.
El Pantano de Kervi
Kervi Saavedra Muñoz “Brutus_20”, se levanta de la cama para despedir a Danielito, de 5 años, “vaya mi hijo a estudiar para ser alguien en la vida”. Dicho esto, se asea y prepara el desayuno; le da unas instrucciones para el almuerzo a Erika Felipe, su esposa y cierra la puerta: a jugar se ha dicho. A sus 30 años, tiene una licorería y muchos planes para su vástago: “a fin de año le compraré a mi hijo el Súper Nintendo, pero hay de él si lo usa”, sentencia.
Erika tuvo la mala idea de buscarlo en The Fam para reclamarle su ausencia del hogar; la respuesta fue lacónica: “me conociste jugando y nunca me dijiste nada, ahora por qué lo haces. No me quites mi vicio”. Brutus_20 juega 5 horas diarias y es usual que deje pagado una máquina por 10 horas, para que otro en su reemplazo continúe acumulando puntos, en pos del tan anhelado nivel 70.
Autodestructivo
"Kley” solo fue a estudiar tres días en la academia preuniversitaria que sus padres con mucho esfuerzo, lograron pagar. Al cabo de un año, y con veintitantos años, no había ingresado a ninguna universidad. Más tiempo de preparación, era su petición. Su papá, al verlo llegar muy de noche y cansado, preguntaba: “hijo, cómo vas en los estudios”. “Avanzando de nivel papá, avanzando”, respondía éste.
Su vicio por los juegos en línea fue aumentando y preocupando a su familia. Empezaron a perderse zapatillas, relojes, dinero, ropa. Caminaba a diario con una mochila en la espalda, vendiendo cualquier cosa. Su padre, enterado de la ludopatía de Kley le pegó y hasta conminó al dueño de The Fam para que no deje ingresar a su local a su hijo. Pero fue demasiado tarde. Ya estaba fuera de su alcance. Tuvo que ser internado durante 3 meses en la clínica siquiátrica Noguchi; hasta que no pudieron pagar el hospedaje y regresó a casa a continuar la terapia.
Se fugó en varias oportunidades. Se tomó una decisión radical que comprometería a todos los integrantes de la familia. Se taparon con ladrillo y cemento las ventanas de la vivienda, los caños fueron envueltos con caucho (para que no se haga daño); le quitaron los zapatos y pasadores. En su habitación sólo lo esperaba un colchón en el suelo y una pequeña rendija por donde le alcanzaban la comida.
Sus 2 hermanos sufrieron el mismo encierro por cuidarlo. Dejaron los estudios y no pudieron encender la televisión o la radio, porque simplemente no había artefactos en casa para no despertar su adicción.
El hacedor
Edgar Flores “Drack” 36 años, es el propietario de la cabina de internet y juegos The Fam. Empezó en el negocio con 4 máquinas que ofrecían juegos en red como Starcraft, Warcraft y Counter Striker). Sólo alquilaba 3 porque una era para su uso personal. Luego, implementaría los juegos en línea, entre ellos el famoso Knigth On Line, un juego de estrategia de guerra. Poco a poquito llegaron los primeros aficionados, los mismos que tiempo después formarían el clan. Uno de los primeros torneos en el que participaron fue el de la WCG, auspiciado por la transnacional Samsung. La fama y el reconocimiento de este clan, no demoraría mucho en traspasar Lima Norte.
Tampoco tardarían los problemas de Edgar Flores con su esposa Sorayda García. Su dependencia del juego fue tal, que dejó de trabajar por dedicar todo su tiempo al Knight On Line. Sorayda tuvo que hacer las veces de jefe de hogar y salir a trabajar. En casa quedaba Edgar con su hija Rubí de 7 años. Flores no tuvo mejor idea que enviar a la menor durante el día con sus abuelos para que la alimenten y ayuden con sus tareas escolares.
Como una familia
A la una de la tarde, la señora del segundo piso aparece con libreta de apuntes en mano, para anotar los pedidos. El menú no es variado solo hay alitas con arroz o salchipapa. “La tía hizo plata con nosotros”, afirma Kervi Saavedra. Para la cena, la papa rellena con arroz se impone entre los comensales.
El local abre al público a las 8 de la mañana, pero desde las 6 cualquier miembro del clan puede aparecer, tocar el timbre, solicitar la llave y empezar a jugar. Aunque lo más probable es que Edgar se una al instante. Las amanecidas son de sábado para domingo y tienen como hora limite las 7 de la mañana. Luego, todos a dormir y regresar dentro de 3 horas; las máquinas ya están separadas.
Caballero en línea
O Knight On Line es un juego de estrategias de guerra que procede de Turquía, que cuenta con soportes en México y Estados Unidos, que evitan que hackers roben las prendas de guerreros y magos que intervienen en el mismo. Los personajes son cuatro: el mago, warrior (guerrero), Rogue y Buffer. La elección es libre.
Conforme se avanza de nivel se obtiene prendas como joyerías (aretes, collares, anillos); ropa (casaca, pantalón, guantes, botas, casco); armas (espada o raptor upgradeada). Todo aquel que se preste de ser bueno, anhela llegar al nivel 70 (máximo puntaje); para alcanzarlo hay que ser un ludópata empedernido.
Este juego ofrece tarjetas de 10 y 30 dólares, que brindan mayor experiencia con lo cual es más fácil subir de nivel. Y por 20 dólares adquieres pergaminos de aura (brinda más vidas y efectividad en ataque al rival). Ambas tarjetas sólo duran 2 horas.
Regreso sin gloria
Desde hace dos semanas, Kley se unió al clan. Nadie se inmutó ante su presencia. No hubo preguntas inquisidoras ni frases de asombro. Ahora juega dos horas y se va a casa. A veces lo recogen sus padres o hermanos. Nadie lo culpa ni reprocha nada. No vale la pena hacerlo. Todos pueden caer en lo mismo, es la idea que se percibe en el ambiente.

Saturday, September 23, 2006

Carta al Puma Carranza (En construcción)


Comas, 24 de setiembre de 2006

Ay, Puma, qué risa contigo. Postulas representando a Unión Por el Perú a la alcaldía de Comas. Con todo respeto, JoséLuis, qué daño te hemos hecho nosotros, décime, che. Ninguno man. Y entonces. Mi sorpresa fue mayúscula al enterarme que según los documentos que presentaste al Jurado Nacional de Elecciones, indica que residiste en el jirón Puquio, a 5 cuadras de la casa de mi madre, durante los años 2004-2005. Debo ser el tipo más despistado y desinformado del mundo, porque jamás supe de ti.
Te brindé el beneficio de la duda y busqué a gente amiga que vive en dicha cuadra. Kervy Saavedra, de “El Pantano de Kervy”, la mejor licorería de Comas, me dijo algo que me pareció rarísimo. “A mí nunca me compró un solo pomo marrón, y con lo que le debe gustar. No, él no vivió en mi barrio”.
El flaco Vladimir, el hombre más lateador (caminante sin brújula) de Lima Norte, me dijo algo parecido: nunca lo vi por mis caminos. Contacté vía messenger con mi estimado Anthony, el popular Tejano, hoy en España construyendo sueños y casas ajenos, y me contestó muy a su estilo: conmigo nunca boleó ladrillo.
Hasta donde tengo conocimiento por mis años en el periodismo deportivo, siempre afirmaste el haber vivido en el Rímac. Incluso fue en la liga distrital de ese distrito, en donde te descubrió “Pajita”, el ex utilero de Universitario de Deportes. Es decir, nunca pisaste el terral del estadio Daniel Hernani Tovar, ubicado en La Balanza.
Mellina Alexandra, la musa que acompañó mis más enfervorizadas fantasías de adolescente, no te conoce ni en pelea de gallos (su padre tiene un galpón): “Nones, además yo soy de Alianza Lima”.
Por el contrario, cada vez que voy por Trébol_net (ubicado en la avenida del mismo nombre en Los Olivos), la cabina de internet de mi cuñadísimo Antonio López, te veo a menudo saliendo de la casa que tienes allí. Y hasta donde sé, vives en Surco y tus hijas estudian en San Isidro.
Es más, Kabero, una de las personas con mayor cultura musical de Lima Norte y fan number one de Fulbito, comentó que él si te observa en sus caminos de calles y avenidas de Los Olivos. Entonces, Puma de dónde sacaste que viviste en Comas. Afirman que tu padre tenía una casa, pueda que sea verdad, pero eso no te brinda el querer candidatear por el municipio comeño. Y no hay en esta página ninguna mala intención para con tu candidatura, porque los postulantes al sillón municipal del distrito, la gran mayoría tienen rabo de paja.
Pero tú, hombre, en Comas, jajaja, no pues, estimadísimo doctor en el arte de operar sin anestesia. En lo que yo sí estoy de acuerdo con mucha gente amia, es que tú le traerías mucha alegría a la gente. Para eso vale con leer y escuchar tus comentarios con respecto a tus objetivos de llegar a Alcalde: “yo quiero agua, luz, desagüe, escuelas, pobreza… quiero acabar…”.

Wednesday, September 20, 2006

El Cucarachero de Budapest


Un joven con un futuro promisorio truncó sus estudios de medicina en Hungría para regresar a Lima llamado por el abuelo paterno, quien antes de morir le heredaría un inusual legado: 13 cucarachas. Las alimenta y canta canciones de cuna. Son sus mascotas y promete velarlas el día que se mueran.

Mariano Ludeña ejerció demasiada influencia en su nieto. José María Ludeña Lerne, no hacía nada sin la aprobación de éste, su vestimenta, comida, juegos, entre otras cosas, ya estaban decididas. Mariano prácticamente crió a José María como a un hijo; durante 13 años, su infancia y parte de su adolescencia estuvieron juntos y solos. Los padres del entonces menor se hacían sentir por teléfono y cartas; se encontraban en España, a donde viajó José Carlos Ludeña por motivos de trabajo. Al año siguiente, Doris Lerne lo siguió dejando a su único hijo con el abuelo.
José María era poco sociable y prefería jugar con el abuelo y escuchar sus fantasiosas historias, que le contaba acerca del idilio de 3 meses que mantuvo con una ciudadana húngara, a quien conoció durante un paseo por el Jirón de La Unión, en 1972. Cuando la ocasional amante tuvo que partir, se llevó consigo la promesa de Mariano de ir algún día por ella.
Mientras tanto, el nieto se entretenía al escuchar la historia de amor del sexagenario; éste describía las situaciones con su amada teniendo como locaciones las calles y plazas de Budapest. Hasta le enseñó algunas palabras en húngaro. Así nació el interés de José María por la tierra magiar.
El día más feliz en la vida de Mariano fue cuando su nieto le comunicó que viajaría a Hungría a estudiar medicina, "y así de paso, cumplo tu promesa de llevarle una carta a tu amada". Mariano lloró de alegria. José María llevó el encargo, pero nunca pudo entregarlo; la dirección no existía ni el nombre de la amante. Nunca se lo contó al abuelo, por el contrario, José María cada vez que se comunicaba con el anciano, le iventaba que se trataba de una señora muy bella (acompaña mi carta, la foto de tu amada, Abue); que mantenían una fluida comunicación y que escuchaba de los labios de la anciana los mismos detalles que memorizó desde niño. La voz de Mariano a través del hilo telefónico era la de un hombre feliz y realizado.
Ludeña Lerne le contaba a su "Abue" acerca de Budapest, "es una ciudad hermosa, papi". “Claro hijo, y no te olvides que es el resultado de la unificación de tres ciudades: Pest, Buda y Obuda”. Era el año 2002, y Ludeña Lerne se encontraba en la Perla del Danubio, para estudiar en la Albert Szent Gyorgyi Medical University, una de las universidades más importantes de dicho país. El primer año fue muy difícil para José María pues debía, primero estudiar el idioma húngaro y luego familiarizarse con las costumbres del pueblo magiar.
Cuando llamaba a casa, saludaba a sus padres (ya de regreso en Lima) por breves minutos, para luego conversar durante horas con el anciano. Éste le contaba de sus avances en el estudio de unos animales, sin mencionarle cuáles.
El año pasado, la voz del septuagenario ya no era la misma. Se escuchaba más débil y enferma. José María no se concentraba en sus estudios y perdió aquel año. De nada sirvieron las palabras de su madre, Doris, acerca de que “la vida continua y que todos debemos partir en algún momento”.
Así que no dudó ni un instante, cuando en octubre último, recibió en la residencia de estudiantes en donde vivía, una llamada con una frase urgente: “Regresa rápido, me estoy muriendo y quiero dejarte algo”. Tres días demoró en arribar a Lima. El abuelo convalecía en su vivienda de la primera cuadra de la avenida Eduardo de Habich, en San Martín de Porres.
Se quedaron a solas durante horas, recordando mil anécdotas. A la hora, José María salió de la habitación para regresar con un cuaderno en las manos. Las anotaciones eran muchas, el viejo no se cansó de dictarle directivas, así como recordatorios, pero lo principal fueron los nombres de sus 13 mascotas: Luz, Paso, Camino, Vida, Naranja, Señora, Budapest, Danubio, Encierro, Sombra, Cáscara, Tomate y Dejadez.
A los 3 días, Mariano falleció, cayendo José María en un desconsuelo total. Sus padres trataron de convencerlo de mudarse de cuarto, y que deje así de pernoctar en la pieza del abuelo. No quiso. Durante días enteros se encerraba y sólo se dejaba ver para la hora de la comida, llevando migajas de pan a su cuarto.
Su padres han tratado de hacerle entrar en razón, acerca de que estos insectos contienen un elevado número de alérgenos, que en personas sensibles como él, pueden provocarle urticaria, estornudos y lagrimeo; amén de todas las enfermedades que pueden provocarle. José María poco parece importarle, y responde afirmando que las cucarachas son uno de los pocos animales que resistirían una explosión nuclear. “Sabías que estos insectos están presentes en la tierra desde hace más de 300 millones de años, y que pueden sobrevivir durante más de un mes sin agua”, nos cuenta José María.
Tiene 24 años y no hace una vida como un joven de su edad. No le gusta el cine ni el fútbol; salía con una chica de la Universidad de Medicina de San Fernando, pero la dejó cuando vio su cara de asco al ver sus mascotas.
Mientras tanto, continúa alimentándolas, cantándoles canciones de cuna a la hora de dormir. Lleva meses criándolas en un frasco de vidrio. Sólo una pregunta, le digo, qué harás cuando se mueran. José María ni se inmuta, es como si fuera una cuestión de rutina y sin mirarme a los ojos, responde: las instrucciones del abuelo son claras, deposito el cadáver en una caja de fósforos, las velo un día y las echo a una acequia. Yo solo cumplo las directivas.

Saturday, September 09, 2006

Sorry con Excuse Me (Para vago yo)


Las disculpas del caso. Por diferentes motivos dejé de escribir mi blog. El gimnasio (ya se viene el verano, pues) me dejó los brazos agarrotados, imaginen que no podía por mí mismo asearme, por lo cual tuve que apelar a la caridad de algunas féminas solicitas. Gracias totales. El cambio de trabajo y su normal reacomodo de horarios (de algo hay que vivir, pues). Y quizá lo más trascendental e importante fue que no tenía buenas historias que narrarles. Y sin ese ingrediente primario, me rehusaba a escribir cualquier cosa. Así que todo este tiempo me dediqué a vagar.
Tengo que agradecerle a quienes han visitado mi blog; algunos enviaron e-mails de reclamo y protesta, lo cual me encantó; otros tanto ( y no fueron pocos, para ser honestos), me pidieron explicaciones del por qué no sigo escribiendo "tus escritos estan bien para hacer hora". A todos ellos las gracias. Desde mañana algunos relatos tan originales como Los Chiquines (unos africanos llenadores de techo), El Cucarachero de Budapest (un estudiante de medicina descocado que colecciona estos insectos); Bajan en el Correo (la historia de un pub sin nombre, propietario, ni marco musical estable, quien llega primero toca); El Dueño del Mundo (un adolescente que hace y deshace con su vida, y una madre que va detrás de él componiendo el caos que crea su vástago); La Muerte viaja en Mototaxi (el cruce de dos avenidas es el punto fatídico); En el Juego de la Vida (un grupo de muchachos se tomaron un juramento: participar de los juegos de internet para toda su vida); Estafando a Cantinflas (la historia del cheque que dejó el cómico mexicano para el pueblo de Comas). Éstos son algunos de los temas que escribiré en los próximos días.
Reitero las disculpas del caso, espero ponerme a tono nuevamente por varias razones; siendo la principal una sola: qué carajo hago yo en el puesto 367, no pues, no hay derecho. See you soon.
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